Debido a la tendencia entre la población general a denominar a los procesos reumatológicos como “reúma”, en ocasiones es frecuente que se confundan estos términos. La Artrosis es una enfermedad degenerativa articular, muy frecuente, que se caracteriza por la destrucción del cartílago que recubre las superficies óseas articulares. Aparece en pacientes de edad avanzada y puede en ocasiones provocar crisis de inflamación, aunque no es lo más habitual. La Artritis Reumatoide es, sin embargo, una enfermedad inflamatoria sistémica (afecta a las articulaciones y otros órganos), que se caracteriza por la inflamación de las articulaciones, típicamente articulaciones de las manos y muñecas, cursa a brotes y requiere otro tipo de tratamientos y controles más exhaustivos.
La Artritis Reumatoide, el Lupus Eritematoso Sistémico, las Vasculitis y otras enfermedades reumáticas, son enfermedades complejas. El especialista en Reumatología, por su formación específica y su especial dedicación a ellas, es el especialista que mejor puede diagnosticar y tratar estas dolencias. No obstante, en muchas ocasiones es importante contar con otras especialidades que puedan abordar aspectos importantes de estas enfermedades como rehabilitación, especialistas en Traumatología. Psicología, Podología, Neumología, Cardiología, terapeutas ocupacionales e internistas.
Así mismo, es recomendable un seguimiento conjunto y coordinado con el personal médico de Atención Primaria. Su médico/a de Atención Primaria debe ser informado/a y estar al corriente de su diagnóstico, evolución y tratamiento.
Enfermedades como la Artritis Reumatoide y la Artritis Psoriásica están asociadas a un mayor riesgo cardiovascular debido a la actividad inflamatoria. Cuanto mayor es la actividad y menor el control de la enfermedad, mayor es el riesgo de desarrollar eventos cardiovasculares (como infarto de miocardio o ictus, entre otros).
Es muy importante conseguir un adecuado control de la actividad inflamatoria así como controlar factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión arterial, la obesidad y la hipercolesterolemia. Así mismo, es muy importante el abandono del hábito tabáquico y realizar ejercicio físico de forma regular.
El especialista en Reumatología es el especialista indicado para valorar si un/a paciente es candidato/a a tratamiento biológico o no.
Existen algunas contraindicaciones para iniciar tratamiento biológico en pacientes con enfermedades reumatológicas, como por ejemplo: existencia de una infección activa, historia de infecciones crónicas recurrentes, existencia de un linfoma o leucemia activa, una tuberculosis latente no tratada, insuficiencia cardíaca clases III-IV.
Se consideran contraindicaciones relativas y habrá que individualizar la idoneidad del tratamiento en cada paciente en los siguientes casos: existencia de una enfermedad desmielinizante (por ejemplo, la esclerosis múltiple), infección por virus de la Hepatitis B, hepatitis C o infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el embarazo y la lactancia, antecedente de un cáncer de órgano sólido en los cinco años previos.
Para poder iniciar tratamiento con un anti-TNF debe seguirse los protocolos nacionales y locales aprobados para el uso de estos fármacos en las debidas indicaciones. Su médico/a le indicará cuándo es pertinente iniciar un tratamiento anti-TNF.
No. Su especialista en Reumatología le recomendará cuándo es pertinente suspender la medicación en caso de remisión de su enfermedad o en caso de aparición de efectos adversos o eventualidades, y así mismo, cuándo se deben realizar modificaciones de pauta o dosificación.
No existen datos suficientes para saber cuánto tiempo debe mantenerse el tratamiento anti-TNF. Se sabe que la respuesta es rápida y se obtiene mayor beneficio con su uso continuo en comparación con su uso intermitente. En la mayoría de los y las pacientes se han producido brotes tras la suspensión del fármaco, pero se ha observado también que es seguro y vuelve a funcionar bien al reintroducirlo.
Algunas enfermedades como el Síndrome Antifosfolípido pueden conllevar un aumento de riesgo de abortos (especialmente cuando todavía no se ha diagnosticado o no está tratada).
Muchas de las medicaciones empleadas en enfermedades reumatológicas tienen efectos sobre la fertilidad o pueden conllevar una teratogenicidad (daños o malformaciones fetales). Otros medicamentos, sin embargo, son seguros y pueden emplearse con tranquilidad durante la gestación.
Comunique a su especialista en Reumatología su deseo de gestación para poder planificar un embarazo, parto y puerperio seguros tanto para la madre como para el futuro bebé. Así mismo, no se aconseja el embarazo si la enfermedad autoinmune no se encuentra controlada.
Se puede realizar la lactancia materna de una forma controlada, pero hay medicamentos que es necesario evitar. Se recomienda no usar antiinflamatorios no esteroideos. En caso de ser estrictamente necesario, se recomienda hacerlos coincidir con la toma para que la cantidad de fármaco transferida sea la mínima posible. Debe evitarse los FAME y en general las terapias biológicas.
Las enfermedades reumáticas inflamatorias pueden producir dolor y dificultar los movimientos y desplazamientos. Por este motivo, los viajes pueden constituir un serio contratiempo (llevar maletas, caminar mucho tiempo, utilizar transportes incómodos...). Para evitarlo y que disfrute de su viaje basta con seguir unas sencillas recomendaciones:
Lo ideal es que viaje en períodos en los que su enfermedad se encuentre en remisión (baja o muy baja actividad) y que no tenga que anular o demorar su seguimiento programado.
En los y las pacientes que estén en tratamiento con agentes anti-factor de necrosis tumoral (TNF) la respuesta inmunogénica a la vacuna puede ser menor, por lo que se recomienda vacunarse frente a gripe, hepatitis B, haemophilus y al neumococo antes de iniciar el tratamiento. Aun así, si ya se ha iniciado el tratamiento, es mejor vacunarse a no hacerlo. Si viaja al extranjero, asegúrese de las enfermedades endémicas en destino. Están prohibidas todas las vacunas con virus vivos atenuados en pacientes que tengan un tratamiento inmunosupresor.
La mayor parte de los tratamientos utilizados en estas enfermedades interfiere en los procesos de cicatrización de la herida quirúrgica y pueden aumentar el riesgo de infección.
En el caso de los fármacos moduladores de enfermedad sintéticos (como por ejemplo el metotrexato), se aconseja su suspensión una semana antes de la intervención, para reanudarse una semana después. Y si usted está en tratamiento con terapia biológica ha de suspenderla entre 4 y 8 semanas antes del día de la intervención quirúrgica. Los corticoides en principio pueden mantenerse requiriendo según el caso un ajuste de dosis.
Suspender la medicación durante un período de tiempo, aunque sea corto, puede conllevar una reactivación de la enfermedad, sin embargo, el riesgo-beneficio frente a posibles complicaciones aconseja retirarla. Es importante que pregunte a su médico/a sobre la conducta a seguir y realizar un seguimiento clínico más pormenorizado en estas situaciones.
Ante un proceso infeccioso (como una infección urinaria o respiratoria, entre otras) deberá suspender los tratamientos biológicos e inmunosupresores como el metotrexato y la leflunomida. Se reintroducirá el tratamiento una vez superado el proceso infeccioso. Consulte con su especialista en Reumatología cuándo debe reintroducir su tratamiento
Es recomendable acudir a revisiones odontológicas con regularidad con el fin de evitar infecciones. Estas revisiones deben aumentar si presenta sequedad de boca y ojos asociadas a artritis reumatoide o Síndrome de Sjögren, ya que el menor flujo salivar y la mala calidad de la saliva favorece la caries.
No existen problemas con la mayoría de los fármacos, pero se aconseja la profilaxis con antibióticos si han de hacerse extracciones u otras manipulaciones dentales (especialmente si está en tratamiento con terapia biológica).
Los y las pacientes en tratamiento con bifosfonatos (risedronato, alendronato, etc.) que requieran intervenciones sobre la dentadura que impliquen exposición ósea o extracciones es necesario que se planifique la intervención y suspender el bifosfonato al menos 4 semanas antes de la intervención y no reanudarlo hasta 4 semanas después de la misma. En caso de zoledronato, al ser una medicación de periodicidad anual, contacte con el equipo de reumatología de cara a poder planificar la infusión del tratamiento de manera adecuada.
Se recomienda a los y las pacientes que dejen de fumar. Según numerosos estudios, el tabaco aumenta el riesgo de desarrollar Artritis Reumatoide y Psoriasis, en especial formas graves de Psoriasis. Se ha demostrado que las personas que fuman más de 15 cigarrillos al día tienen el doble de posibilidades de desarrollar Psoriasis, en comparación con los no fumadores/as. El riesgo aumenta proporcionalmente a la cantidad del tabaco consumido.
Además, el tabaco está claramente relacionado con la aparición de eventos cardiovasculares y cáncer.
La realización de una actividad física regular ha demostrado ser un elemento muy eficaz en el tratamiento de prácticamente todas las enfermedades reumatológicas. Pregunte al equipo de reumatología por el tipo de actividad o las tablas de ejercicios que puede realizar. La indicación de un tipo u otro de ejercicio depende de la afectación de su enfermedad, de la edad y de las preferencias en pacientes.
El ejercicio es muy importante para mejorar el tono muscular, mantener la movilidad articular y evitar deformidades articulares.