El cáncer de vejiga es el cuarto cáncer más comúnmente diagnosticado en los hombres, afectando a uno de cada 25 hombres que desarrollaran la enfermedad a lo largo de su vida. Los hombres son también tres veces más propensos que las mujeres a desarrollar la enfermedad.
Existen diferentes pruebas que puede ser utilizadas para diagnosticar un cáncer de vejiga no-invasivo y realizar el seguimiento del mismo una vez tratado: ecografía, citología de orina y cistoscopia.
Cuando decimos que el paciente tiene una estenosis de uretra, nos referimos a la presencia de una estrechez de algún tramo del conducto que va desde la vejiga hasta el exterior. Afecta tanto a hombre como a mujeres, aunque en estas últimas son menos frecuentes. Su presentación clínica consiste en una debilidad del flujo urinario con sensación de vaciado incompleto que puede llegar a complicarse con cuadros de infección urinaria de repetición.
El diagnóstico consta de la realización de una flujometría (orinar en un aparato para medir la fuerza del flujo), una uretrocistografía (administrar contraste radiológico por la uretra para localizar y cuantificar el grado de estenosis) y, en ocasiones, una cistoscopia (especie de cámara que se introduce por la uretra hasta el tramo lesionado).
El tratamiento recomendado dependerá principalmente de la longitud y la extensión de la estenosis.
La Incontinencia Urinaria de esfuerzo (IUE) es la pérdida involuntaria de orina asociada a un esfuerzo físico que provoca un aumento de la presión abdominal (como toser, reír, correr o andar).
La IUE es frecuente en mujeres de edad avanzada y es además la forma más común de IU en las mujeres menores de 75 años. Aproximadamente un 50% de las mujeres de esta edad pueden presentar IUE. Se asocia, sobre todo, a la obesidad y a los partos múltiples.
Las pruebas diagnósticas que se realizarán habitualmente se encuentran entre las siguientes: historia clínica, diario miccional, examen físico con examen neurourológico básico, prueba de esfuerzo, ecografía y estudio urodinámico.
El primer escalón de tratamiento es la rehabilitación del suelo pélvico (RHSP). La rehabilitación consiste en enseñar a la paciente una serie de ejercicios para fortalecer la musculatura pélvica. Una vez que la paciente ha aprendido a realizar los ejercicios, debe continuar realizándolos para que sea efectiva.
En caso de ser necesaria la corrección quirúrgica de la incontinencia esta se realiza habitualmente por vía vaginal con interposición de una malla como soporte para la uretra.
La nefrectomía laparoscópica es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva que se realiza para extraer un riñón patológico (atrofiado, cáncer,…). A diferencia de la técnica quirúrgica convencional (abierta), no se realiza una gran incisión (15-20 cm) para extraer el riñón, sino 3-4 pequeñas incisiones de 1 cm, ampliando posteriormente una de ellas hasta 5-10 cm para sacarlo.
La principal ventaja respecto a la cirugía abierta convencional es que es mucho menos dolorosa, permitiendo al paciente una recuperación más rápida y un periodo de hospitalización más breve (2-4 días). La tasa de éxitos de curación de la enfermedad renal es igual y el sangrado durante la intervención suele ser menor.
La duración de la intervención suele ser de 2-4 horas y, normalmente, el paciente puede incorporarse a la actividad diaria habitual en 2-4 semanas.
El cáncer de próstata es el más frecuente en hombres y la segunda causa de muerte por cáncer en hombres occidentales.
En los pacientes con cáncer de próstata localizado de riesgo bajo e intermedio, con una esperanza de vida superior a 10 años, las guías clínicas actuales recomiendan ofrecer la cirugía mediante prostatectomía radical como tratamiento con intención curativa. También puede ofrecerse a pacientes con cánceres localmente avanzados, como parte de un tratamiento multimodal.
A diferencia de las intervenciones por hiperplasia benigna de próstata, en la cirugía por cáncer de próstata se extirpa por completo la próstata y el tejido que la rodea, junto con las vesículas seminales. Esto implica que posteriormente debe restablecerse la continuidad del tracto urinario suturando el cuello de la vejiga a la uretra. Todo el procedimiento es llevado a cabo generalmente con técnica laparoscópica, introduciendo el instrumental quirúrgico y óptico por 5 pequeñas incisiones en el abdomen.
Aunque el objetivo final es conseguir la curación al mismo tiempo que se conserva la potencia sexual y la continencia urinaria, éstas pueden verse afectadas en mayor o menor medida, de forma temporal o permanente, dependiendo de varios factores entre los que se encuentran las características del tumor. Ambas pueden requerir tratamientos adicionales.
Su liberación temprana y forzada no debe realizarse ya que puede conllevar a dolor, hemorragia, parafimosis y balanitis que pueden provocar una retracción cicatricial del prepucio con la consiguiente esclerosis del mismo. Mediante sus erecciones y crecimiento del pene las adherencias irán desapareciendo a lo largo de la infancia.
El esmegma es la de la acumulación de secreciones sebáceas entre las adherencias del prepucio, son como una pasta blanca-amarilla que pueden aumentar con el tiempo. Este aumento, en casi todos los niños, hace que las adherencias desaparezcan. No es necesario quitarlo, excepto si es grande y se hace un quiste.
Normalmente por aumento de tamaño del escroto y este es mayor por la tarde-noche que por la mañana
Sólo si persisten después de los dos años de edad y aquellos que aumentan de tamaño y no se vacían durante la noche.
Todo depende de la localización del testículo.
En ocasiones no hay testículo por no haberse formado (agenesia) o por atrofia (desaparición) por torsión testicular intraútero (durante la gestación) o postnatal.
La prótesis sólo tiene indicación desde el punto de vista estético, permite un desarrollo corporal normal.
Aunque es conveniente, la decisión la deben de tomar los padres.